Mons. Fernando Valera Sánchez ya es obispo de la Diócesis de Zamora. Pasadas las 13:20 horas finalizaba la celebración de su ordenación episcopal en la catedral de Zamora, a la que han asistido 250 personas y que ha podido seguirse en la Diócesis de Cartagena y en el resto de España a través de Popular Televisión y de TRECE.
Antes del inicio de la celebración eucarística, Mons. Valera ha accedido al templo catedralicio por su puerta principal, donde ha realizado una entrada estacional, besando la cruz y asperjando a los presentes. Después, se ha dirigido a la capilla del Santísimo Sacramento para orar. También lo ha hecho ante la tumba de Mons. Gregorio Martínez Sacristán, su antecesor como obispo de Zamora, que está enterrado en el trascoro de la catedral. Seguidamente, ha comenzado la celebración de la Eucaristía, presidida por el nuncio de Su Santidad en España y ordenante principal, Mons. Bernardito Auza, y como concelebrantes principales el arzobispo de Valladolid, cardenal Ricardo Blázquez, y el obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca. Han participado también quince obispos más.
El administrador diocesano, José Francisco Matías, ha dado la bienvenida a la Diócesis de Zamora al que sería su nuevo obispo y también ha pedido al nuncio de Su Santidad en España que ordenara obispo a Mons. Fernando Valera, momento en el que el Mons. Auza ha mandado que se leyera la bula papal del nombramiento.
En su homilía, el nuncio ha destacado la labor del obispo al frente de una diócesis: «El don del episcopado manifiesta el amor de Jesús». Ha hecho referencia a la lectura del Evangelio en la que Jesús le pregunta por tres veces a Pedro si le ama: «El señor le pidió que expresara si estaba realmente dispuesto al servicio»; destacando, además, que el oficio del pastoreo es «un ejercicio de amor». Mons. Auza ha manifestado su alegría de poder ser él el que transmitiera el mensaje del Papa Francisco y quien ordenara a Mons. Valera. Ha pedido a los diocesanos de Zamora que estén unidos a su obispo, «como Cristo lo está a su Iglesia».
La celebración ha continuado con el rito de la ordenación. En un primer lugar con la promesa del elegido y la letanía de los santos en la que, mientras se canta, el elegido, como signo de humildad, se postra en tierra. El rito principal de la ordenación es la imposición de manos. Después de hacerlo Mons. Auza, el cardenal Blázquez y Mons. Lorca, todos los obispos han impuesto las manos sobre el ordenando, que es el gesto por excelencia con el que la liturgia invoca al Espíritu Santo sobre una persona. Después, el celebrante principal ha ungido la cabeza del elegido con el Santo Crisma y le ha entregado el libro de los evangelios y los signos episcopales: el anillo, la mitra y el báculo. Tras el abrazo de los obispos, como acogida dentro del episcopado, Mons. Fernando Valera, como obispo de Zamora, ha tomado posesión de su cátedra en la catedral, pasando a presidir el resto de la celebración eucarística.
Después de la comunión, el nuevo obispo ha recorrido el templo catedralicio bendiciendo a los fieles, acompañado por el arzobispo emérito de Burgos, Mons. Francisco Gil Hellín, y el obispo auxiliar de Cartagena, Mons. Sebastián Chico Martínez.
Antes de finalizar la celebración, el obispo de Zamora se ha dirigido a los presentes. Con palabras emocionadas, Mons. Valera ha dado gracias a Dios por su nuevo ministerio episcopal y por su fe: «Gracias al buen Dios que me ha dado a Jesús, que hoy de nuevo –sin merecimiento alguno–, me ha infundido su Espíritu por medio de la imposición de manos y la oración consacratoria, en este Pentecostés de su gracia. Hoy me vuelve a confirmar en que soy de Jesús. Mi vida le pertenece. Vuelve a decirme: “Permanece en mi amor”».
El nuevo obispo ha dado las gracias al Papa por elegirle como pastor de Zamora; una gratitud extendida al nuncio de Su Santidad y al cardenal, arzobispos y obispos presentes en la celebración. Mons. Valera ha recordado a sus padres y hermanos, a su familia y también a su familia en la fe. Ha tenido también palabras emocionadas para la Diócesis de Cartagena, para su presbiterio –personificado en la persona del sacerdote Juan Carlos García Domene– y para los seminarios San Fulgencio y San José –en la figura del presbítero Jesús Sánchez–, con quienes ha compartido la última década como director espiritual. «Siempre estaréis en la raíz de mi vida. En esta cruz, este báculo y en este anillo, que me recuerdan de quien soy y a quien pertenezco», señalada el obispo.
Palabras de bienvenida y agradecimiento a la Diócesis de Zamora, que lo acoge como pastor: «Esta Diócesis de Zamora es desde hoy mi nueva casa, mi hogar, mi esposa. Aquella que Dios ha cuidado durante siglos para desposarla hoy conmigo. Me decía el director de los ejercicios de ordenación: “Fernando, enamora a tu esposa, sal al desierto y háblale al corazón”. ¡Esposa mía, amada mía! Por gracia vengo a caminar contigo, a conocerte, a aprender a ser obispo, a trabajar sinodalmente y a servirte de corazón».
En su agradecimiento también ha tenido palabras para quienes seguían la celebración a través de la televisión, especialmente para los enfermos, recordando que Dios invita siempre a la Iglesia a estar cercana a los que más sufren, «a servir y a amar a los crucificados de la historia».